Artículo de opinión escrito para Uno Punto Tres, diario estudiantil de UNLaM
“No
tenemos wifi, hablen entre ustedes”
“El
primero que toca el celular, paga la cuenta”
Estas
son sólo algunas de las frases que circulan en la web haciendo referencia a la
centralidad que últimamente tienen los teléfonos en cada bendita reunión, sea
del tipo que sea.
Seamos
sinceros, cuántas veces estamos con un amigo, un familiar, alguien que quizá no
vemos hace mucho tiempo y de repente nos damos cuenta que naturalizamos
automáticamente al aparatito infaltable que no puede estar ausente en nuestro
bolsillo, cartera o mano (Ya parece una extensión de nuestros cuerpos, es el
sexto dedo porque seamos honestos, en la mano nunca nos falta)
Hace
varios meses fui a ver a Jack Johnson. Grité como una loca, volví a casa sin
voz, llegué y me puse a ver los veinticuatro millones de videos que había
grabado, las tres mil fotos, las que compartí en Facebook, la de Instagram y la
de Twitter obvio. (También la que le mandé por whatsapp a mi mejor amiga
mientras lloraba) Lo raro fue que revisando toda la galería, sentí que lo
estaba viendo por primera vez. Si, no había visto nada que no fuese a través de
la pantallita. ¿Por qué? Si alzeheimer por ahora no tengo, ¿no era mejor
guardarme el show en MI memoria? Es más, casi tengo la certeza que es menos
volátil que la del teléfono.
A partir de ese momento empecé a hacer una
especie de repaso en la galería de mi extensión corporal/sexto dedo y me
sorprendió realmente la cantidad de eventos a los que había asistido, sin
asistir. La muestra de fin de año de mi hermana, mi cumple, el aniversario de
mis viejos.
Quizá
te cuesta una semana de organización lograr coordinar horarios con ese amigo
que no ves nunca entre las corridas de trabajo o estudio y cuando se sientan a
tomar ese café, aparece el sexto dedo en primera plana. No, no está bueno.
Apelá
a los recuerdos, a ver la sonrisa de tu amigos más allá de la selfie, a mirar a
los ojos a tu hermano cuando te cuenta que está contento porque en el laburo le
va mejor. O no, aprendé a escuchar a tu prima cuando te cuenta que está harta
de que el jefe no la deje salir antes para llegar a horario a la facu.
Es
un click chiquito que está bueno hacer que sirve para que el “che, tenemos que
juntarnos” nos reencuentre de verdad.
"menos masa, menos MOLDE." y se me vino a la cabeza: "menos pizza" jajaja.
ResponderEliminarMe pasa lo mismo con los fucking flacos... todos lo mismo, parece que todos esperan la minita básica común y FÁCIL en todos los sentidos, fácil en seguirles las charlas, fácil en aceptar una salida, fácil en hacerse conocer, fácil de ir a tener sexo... ¿qué onda loco?
Y así son ellos, fáciles también, chatos planos aburridos, predecibles como bien dijiste...
Hace no mucho tiempo me pasa de sentir que quiero conocer un pibe con quién compartir algo espontáneo, no un novio precisamente porque sería contradictorio a lo que digo, pero un compañero ¿no?. Pero bue, todos iguales.
Hasta a veces pienso si yo seré tan exigente y exquisita... Quién sabe por qué nos pasa esto por la cabeza.
Uno se cansa de lo que es siempre igual. Es comprensible. Quizás es porque te estás relacionando con flacos que son onda copy+paste, cuando hay gente más interesante, bah, eso pienso yo...
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